El TPM es otra cosa

Toda empresa para sobrevivir requiere ganar y mantener competitividad.

Muchas buscan lograr esta meta por medio de sistemas que den soporte a sus esfuerzos de mejora.

Algunas lo intentan por medio de cambios profundos en sus principios y sus prácticas.

Muy pocas comprenden que el TPM es más que un sistema de mantenimiento o “de la planta”; que de hecho se trata de un Sistema de Gerenciamiento Integral, capaz de garantizar los resultados de competitividad buscados, si se lo implementa seriamente.

¿Qué es el TPM y qué significa implementarlo seriamente?

TPM es una mirada crítica de la propia organización que desnuda las pérdidas existentes, en todos los sectores de la compañía!, y las transforma en oportunidades de recuperar dinero.

Involucra a todos los departamentos (y no sólo a Producción) y a todo el personal en un único proyecto: cero pérdidas.

Es cierto, hay enormes pérdidas en las áreas productivas, pero también en las áreas administrativas. Llegando incluso a ser mayores, como señala el profesor Suzuki.

Hay enormes pérdidas en el uso de los equipamientos y las instalaciones, pero también en los procesos administrativos y de gestión.

Des-cubrir estas pérdidas y eliminarlas una a una es el propósito del TPM, entendido no tanto como Mantenimiento Productivo Total, sino más bien como Gerenciamiento Total del Desempeño Organizacional o, para mantener la sigla TPM, Total Performance Management.

¿Primero aprender o desaprender? 

Como sucede habitualmente en todo proceso de transformación, se requiere aprender y desaprender.

Lo que sucede, es que suele ser más difícil abandonar ciertas prácticas y modelos mentales que aprender herramientas y técnicas nuevas. Por eso muchos se quedan sólo con una mirada superficial. De hecho, nos piden: enséñame tal o cual herramienta. Y nosotros debemos insistir que la herramienta es eso, un medio, no un fin. Que primero hay que cambiar la cabeza. Es decir, desaprender modelos obsoletos, que permitan luego el aprender. De lo contrario, nuestro aprender estará bloqueado por los paradigmas pre existentes.

La capacidad de aprender estará tan condicionada por los viejos modelos, que el éxito de lo nuevo será función directa de la capacidad de deshacerse de lo viejo. Quiero decir, mientras más seamos capaces de desaprender lo obsoleto, más abiertos estaremos para recibir lo nuevo.

Como dice la Escritura:

“Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!.” (Mc 2: 21-22)

¿Qué significa implementarlo correctamente?

De manera resumida implica tomar las decisiones que hay que tomar en el momento que hay que tomarlas. Pensando en el bien de la organización y no en la defensa de alguna u otra cuota de poder.

Exige poner el foco en aprender a identificar cada una de las pérdidas. Significa reconocer que la capacidad de identificarlas está ya adentro de nosotros mismos. En nuestra capacidad de leer e interpretar críticamente nuestras prácticas organizacionales.

Requiere desarrollar las ocho actividades nucleares del TPM, los llamados 8 Pilares  para que, asumiendo cada uno de sus líderes la responsabilidad por su implementación, la empresa logre avanzar paso a paso en la identificación y combate de sus pérdidas.

¿Por qué comencé diciendo que TPM es otra cosa? 

Porque la mayoría de las veces las empresas comienzan entusiasmadas su camino de mejora continua, sin embargo, cuando se enfrentan al momento de la verdad, aquel que exige tomar decisiones difíciles y hacer los cambios requeridos para que el proceso sea exitoso, el status quo termina imponiéndose. Y de allí a hacer que TPM termine en un mero checklist de mantenimiento autónomo, hay pocos pasos. Eso no es TPM eso es una falsificación.

¿Cuáles son esas decisiones difíciles? 

Habitualmente cuestiones relacionadas al uso del poder y el empowerment. Normalmente no son problemas técnicos, son problemas humanos, que se resuelven con decisión política, no con herramientas de mejora continua.

Afirmo que TPM es otra cosa porque los japoneses nos demostraron hace ya muchos años que toda empresa tiene otra oculta que no produce. Implementar TPM correctamente exige pagar el precio emocional de hacerse cargo de esa fábrica oculta tras las pérdidas, identificarlas y eliminarlas una a una. Aunque haya que incomodar o incomodarse.

Así la competitividad dejará de ser un mero sueño o peor aun, la responsabilidad de alguien externo (una política gubernamental, por ejemplo) y se convertirá en una característica propia de la organización. Algo que depende de cada uno de nosotros, más allá de los vaivenes del mercado.

 

 

* Raúl A. Perez-Verzini es Instructor de TPM certificado por el Instituto Japonés de Mantenimiento de Plantas con el N* 723. Posee un Magister en Desarrollo y Comportamiento Organizacional de la Universidad Diego Portales de Chile y es Ingeniero Civil por la Universidad Católica de Córdoba. Es consultor en Cambio Organizacional y Programas de Mejora Continua con énfasis en TPM desde hace más de 20 años.

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