Trabajar todo el día y, encima, delegar!

 

Entre nosotros… no es esa la sensación? La de que delegar supone un “trabajo adicional”?

Para empezar a desterrar esto, lo primero es hacer un buen diagnóstico de la situación respondiendo algunas preguntas:

  • ¿Estas lleno de trabajo hasta el cuello mientras los que te rodean tienen tiempo libre?
  • ¿Estas haciendo casi las mismas cosas que hacías antes de convertirte en jefe?
  • ¿Tus colaboradores recurren a vos cada vez que es necesario tomar una decisión?

Si la mayoría de las respuestas es afirmativa, entonces estás delegando poco.

Las “competencias compartidas”

Seguramente vos y tus colaboradorxs tienen algunas competencias (conocimientos, habilidades y actitudes) en común. Esto es aún más común cuando la llegada a la jefatura se produjo ascendiendo dentro de la misma área o departamento y no viniendo de otro lado.

Si lo graficamos sería así:

 

Ahora que esto quedó claro es posible visualizar aquellas tareas que estamos aún realizando y que se encuentran dentro del set de competencias comunes. El secreto es poder identificar procesos completos y no tareas puntuales ya que esto generará mayor compromiso a la vez que evitará hacernos cargos de intermediar de manera permanente entre unos y otros.

Cuáles son las cosas que nunca debemos/podemos delegar?

  1. La gestión y retroalimentación del desempeño.
  2. Las decisiones sobre promociones o despidos.
  3. Tareas que otra persona te haya delegado.

 

Esta primera parte del proceso de delegar requiere de cierta dedicación. Sin embargo los beneficios de hacerlo de la manera correcta, se evidenciarán rápidamente.

Como siempre, quiero invitarlxs a pensar y para eso les propongo responder algunas preguntas:

  1. Cuáles son esas competencias compartidas por su equipo?
  2. Por qué sería en tu caso una buena idea delegar procesos completos y no tareas puntuales?
  3. Cómo manejarías la delegación de tareas poco agradables?

 

Para la reflexión, los ayudo con una frase de Juvenal (un poeta romano): “confiar en todos es insensato; pero no confiar en nadie es torpeza”

Seguimos pensando,

 

Lic. Viviana Liptzis

 

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